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Crónica de una chica en Chicago

Me encontraba en el aeropuerto O´Hare en Chicago a las 5:00pm el 13 de febrero. Ya que había visitado a mi familia en Dakota del Sur y mi vuelo tenía escala allí. Hacía un frío de la chingada con -20ºC, traía una maleta de 23 kilos y otras dos mochilas, después de cuatro horas de vuelo lo único que quería hacer era llegar al hotel.

Estuve una hora y media esperando que llegara el “shuttle” para que me llevara al hotel, ya me sentía desesperada porque tenía hambre, sueño y enserio muchísimo frío.

Al fin llegué al hotel a las 7 de la noche y tenía dos opciones; quedarme acostada en mi cuarto viendo Disney Channel o salir a explorar Chicago de noche. Entonces aventé mi equipaje en la habitación, agarré una mochila, mi cámara, mi cartera y pedí un UBER.

El conductor era un chavo afroamericano y me costaba mucho trabajo entender su inglés, platicando le dije que era mexicana y lo primero que me preguntó fue sobre “El Chapo”, me reí y le contesté que ya lo habían capturado. Fue un viaje de 20 minutos y 30 dólares pero logré llegar a mi destino “The Bean”.

Yo había investigado sobre Chicago antes de ir y moría de ganas de ir a “The Bean” y cuando finalmente llegué, no lo podía creer, era una estructura gigante de metal que reflejaba la luz de los edificios y la brillante luna de esa fría noche.

Inmediatamente saqué mi cámara, ajusté el ISO y comencé a hacer lo que más me gusta. Tomar fotos. Lo bueno de viajar sola es que puedes perderte y no te reclama nadie, lo malo es que no hay quién te tome fotos padres. Así que recurrí al timer de mi cámara, la puse en una barda y corrí como loca para salir en la foto. Pasé una hora viendo a las parejitas cursis tomándose selfies, parejas viejitas solo caminando y a otras parejas tomadas de la mano intentando patinar sobre hielo.

Luego quería ir a un edificio que tenía una vista increíble y el piso de vidrio, así que caminé y caminé hasta llegar al edificio y para mi suerte estaba cerrado. Me sentí muy triste porque sólo me quedaría esa noche allí. Pero yo quería ver ese paisaje, entonces le pregunté a los de seguridad del edificio y una chica hispana me ayudó dándome indicaciones de otro edificio no tan alto pero con un mirador similar.

Entonces me subí a un camión con nervios de perderme pero al menos disfruté el camino. Miraba por la ventana y veía tiendas mamonas como Burberry, Channel y Louis Vuitton, me sentí en la calle de Masaryk en Polanco. Llegue a mi parada y corrí al edificio, saliendo del elevador literalmente exclamé ¡WOW! Se veían todas las luces de la ciudad y era increíble. Era un paisaje que solo había visto en fotos de Tumblr y obvio saqué mi cámara y tomé mil fotos. Pero ya era muy tarde, como las 12 de la noche y tenía poco presupuesto por lo que bajé del edificio, cené en Mc Donalds y me regresé en metro al aeropuerto para tomar el Shuttle al hotel.

La ruta del metro era como de quince estaciones y tuve muchísimo miedo porque había dos homeless, unos pubertos y un negro borracho en el vagón, que en su borrachera, abrió una de las puertas que conecta a un vagón con el otro y se salió. Yo pensaba lo peor, que el señor se iba a aventar del metro o cualquier tragedia pero por suerte el señor supongo que solo fue a tomar aire fresco y regresó al vagón, cerró la puerta y se tiró al asiento.

Yo no sé como logre llegar con vida a la estación del aeropuerto y ahora solo tenía que tomar el shuttle al hotel para estar a salvo. Llamé al hotel y me dijeron que ya no había servicio a esa hora, me estresé pero lo quise resolver pidiendo un UBER y oh sorpresa, no agarraba el internet… Seguía pasando el tiempo y cada vez era más tarde, no sabía que hacer, me sentía desesperada y con ganas de llorar porque ya quería estar en el hotel y dormir. Lo único que podía pensar era en ir al aeropuerto y pedir un taxi, entonces lo hice. Pero rayos, solo me quedaban 25 dólares en efectivo, le pregunté a un taxista que en promedio cuanto costaba un viaje a mi hotel y dijo 25 dólares entonces pensé ¡a huevo! Ya la hice, llegué al hotel y oh grandioso Estados Unidos con su tax no incluido… El taxi me costó 27 dólares, hice cara inocente y le pregunté, ¿aceptas tarjeta? Lo que a mi sorpresa contestó que sí.

Con el cansancio del mundo llegue al hotel y pude dormir tres horas para al otro día regresar a mi México lindo y querido. Si no supiera rifarme en el camión que va a Calle 10 y en el transborde del metro Pino Suarez, no sé como habría sobrevivido esa noche en Chicago.


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